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Nuestro Credo

 CREEMOS, fielmente que para construir el Reino de Dios es necesario una sólida formación de personas comprometidas al evangelio siguiendo así la Santa Tradición de la Iglesia y de sus enseñanzas bajo la inspiración de la acción del Espíritu Santo que en ella se encuentra.

 

 CREEMOS, que la experiencia de la Iglesia nos enseña hoy en tener una constante formación catequética, humana y apostólica en vías a la santidad ofreciendo asimismo al mundo actual una respuesta de fe y esperanza.

 

 CREEMOS, que para lograr dar una respuesta de fe y esperanza al mundo necesitamos una estructura coordinada y organizada trabajando en equipo aprovechando los talentos y dones de los integrantes que componen y pertenecen al ministerio.

 

 CREEMOS, que para ser miembros activos del Cuerpo Místico de Cristo tenemos derechos, deberes y responsabilidades dentro de esta familia llamada Iglesia. Es por eso que el servicio dentro de la Iglesia, parroquia o asociación no se ejerce como un hecho netamente voluntario o de personas voluntarias el cual se realiza sin ninguna responsabilidad y sin ningún compromiso mucho menos con algún derecho, y este último no existe para los llamados “voluntarios”. Además y por consiguiente esto nos hace parte de la gran familia de Dios.

 

 CREEMOS, que la obra de la Evangelización me pertenece no solo como miembro sino como dueño siendo así mi empresa y mi casa a la cual yo debo de atender como tal en siendo así corresponsable de todos los aspectos de la Iglesia, asociación y parroquial en lo económico, pastoral y en fin de todo el bien común.

 

 CREEMOS, que el bautismo nos hace una nación Santa de Reyes herederos del Reino de Dios, y como tales queremos vivir de acuerdo a este llamado siendo miembros activos del todo el dinamismo parroquial y eclesiástico.

 

 CREEMOS, que somos llamados a ejecutar nuestro don profético que recibimos en nuestro bautismo. Con él nos comprometemos a denunciar y a anunciar la Buena Nueva traída por Jesús como redentor del mundo. Rompiendo así con estructuras, ataduras de pecado e injusticia. Siempre al servicio de los valores del Reino de Dios, Justicia, Paz y Caridad que son inquebrantables y establecidos por Dios mismo.

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